El reflejo de Luna descansa, en este día de melancolía, sobre el agua que queda en unos de los cráteres que tiene la piedra roja al final de la playa, o al principio, siempre hay dos formas de mirar las cosas. A Tomás le apasionó tanto Luna que se precipitó corriendo para tomarla y llevársela a su amada. Con la sorpresa que, bien para enseñarle que Luna no pertenecía a nadie, bien por que así debía de ser… Luna había dado un salto para subirse a lo más alto del oscuro cielo pecoso.