Salí a contemplar la noche
y allá en lo alto estabas tu.
Solitaria.
Independiente.
Entre las tinieblas,
tú eras la única luz.
Estudiando la manera
de atenazarte entre mi brazos.
Sin arrebatarte a nada ni a nadie,
pues no quiero secuestrarte,
deseo que me absorbas tu.
Empápame de la claridad
que regalas al crepúsculo.
Candil de la noche
conviértete en mi luz.
Sin ti la noche sólo es oscuridad,
donde vagar y vagar.
Sin vislumbrar el camino,
caminando, en la ambigüedad.